Son muchos los estudiantes que, al finalizar su carrera, tienen que tomar la decisión de cómo continuar su formación. Es grande el abanico de posibilidades que se presenta y, entre las diferentes opciones, se encuentran los títulos propios.
Pero, ¿qué son exactamente los títulos propios? ¿Cuáles son las diferencias entre los másteres de título propio y los másteres universitarios (u oficiales)? ¿Sirven los títulos propios para sumar puntos en unas oposiciones o en las bolsas de trabajo?
A continuación, te contamos todo lo que hay que saber sobre esta titulación académica.
El título propio (también conocido como título privado) se caracteriza porque es emitido y acreditado por una institución de educación superior, es decir, universidades o escuelas de negocios.
Son estas instituciones las que diseñan su programa, en colaboración con profesionales y expertos de diferentes organizaciones, que se adapta rápidamente, y de manera eficaz, a las necesidades que plantea el mercado y la sociedad. Todo ello con el objetivo de facilitarle su acceso al mundo laboral.
Precisamente, la intención es que, a través de estos programas académicos, el estudiante esté capacitado para el desarrollo de su profesión en un puesto de trabajo, de una forma competitiva e innovadora.
Además, otra de las características de los títulos propios es que están avalados por el prestigio de la Universidad o institución que los imparte.
Los créditos europeos, o créditos ECTS, son una unidad de medida de la actividad que una persona dedica al estudio. En concreto, hacen referencia a cuántas horas se dedica a ello. Es, más bien, una asignación de horas en las que se incluye tanto las lectivas como las estimadas.
Dentro de estas horas no solo se contabiliza la hora de estudio, sino también las tutorías, la elaboración de trabajos, prácticas o proyectos o los seminarios en los que el estudiante participa, entre otros.
La equivalencia de créditos por hora con los créditos ECTS suele oscilar entre los 25 y 30.
Además, este tipo de créditos solo son válidos para personas diplomadas, licenciadas o graduadas por la Universidad.
A pesar de que ambos ofrecen una formación especializada y multidisciplinar y dan la posibilidad de realizar prácticas, lo cierto es que un título propio no es lo mismo que uno oficial.
La principal diferencia radica en que los másteres universitarios tienen que ser evaluados por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad (ANECA), adscrita al Ministerio de Educación, o por los medios de evaluación que se determinan en la Ley de las Comunidades Autónomas, cuyo principal objetivo es garantizar que cumplan con unos criterios de calidad.
No obstante, esta diferencia no es la única, existen algunas más:
Actualmente, la oferta educativa se ha ampliado y eso conlleva a que existan diferentes tipos de másteres. En este sentido, una de las peculiaridades de los másteres de título propio es que no es necesario tener un grado universitario o estudios equivalentes, aunque sí se requiere tener una cierta experiencia en el sector.
Esto se debe, principalmente, a que los títulos propios están más enfocados al desarrollo profesional de la persona y en aportarle una serie de conocimientos y competencias que le permitan ejercer su profesión de la forma más eficaz y competente posible.
La formación online es el presente y futuro de la educación. Cada vez es más frecuente que los estudiantes decidan formarse a través de internet por diferentes motivos, como la falta de tiempo o la de recursos.
Lo cierto es que son muchas las ventajas que ofrece este tipo de formación, que también se aplicar en los títulos propios.
En primer lugar, la comodidad. El horario lo marca el estudiante, que decide el momento del día en el que le viene mejor estudiar los temas o, incluso, cuánto tiempo le puede dedicar. Pese a que algunos cursos tienen prefijadas la fecha de inicio y de final, cuentan con un horario lo suficientemente amplio para que los estudiantes no se agobien y puedan marcar su propio ritmo de aprendizaje.
A esto se le suma que se puede realizar desde cualquier lugar: lo único que se necesita es tener acceso a internet. Esto conlleva a un ahorro de tiempo y, con ello, también gastos de desplazamiento.
Por otro lado, la atención personalizada. A pesar de que este tipo de formación es más autónoma, una de las grandes ventajas de realizar un título propio online es que el estudiante dispone de uno o varios tutores que se encargan de responder sus dudas, ayudarle y guiarle en todo lo que necesite.
Asimismo, el aspecto económico tiene una especial relevancia, puesto que el coste de los títulos propios es más bajo que si se hace de forma presencial. ¿Por qué? Porque requiere menos docentes y libros, lo que se traduce como un ahorro de dinero.
La única diferencia entre estos tres tipos de programa son las horas lectivas con las que cuenta cada uno de los programas formativos. Normalmente los Expertos Universitarios tienen entre 400 y 750 horas, los Especialistas entre 750 y 1.000 horas, y los Masters desde 1.000 horas en adelante.
Los títulos propios son válidos en el mercado laboral y también sirven para las oposiciones y para la Bolsa de Trabajo Temporal, aunque su puntuación depende de los baremos de cada comunidad autónoma, cuya oferta para cubrir puestos depende de la necesidad que tengan en cada momento.
Por ejemplo, en Andalucía, en la Bolsa de Trabajo de enfermería se pueden conseguir un máximo de 45 puntos en el apartado de formación, de los cuales 6 de ellos se pueden conseguir realizando Máster (3 puntos) y Expertos (2 puntos).
Mientras que en Asturias son un máximo de 4 puntos, aunque cada año se puede conseguir uno como máximo realizando Máster (0,50), Experto (0,20) y Especialista (0,30).
El titulo propio está acreditado por el centro de estudios que lo importante y tiene validez en los países miembros de la Unión Europea, puesto que está amparado por la ley Orgánica de Universidades.
No obstante, si se quiere utilizar en un país que se encuentre fuera de la Unión Europea, es necesario legalizar el documento, que acredite, el título, a través de la Apostilla de La Haya. Se trata de un trámite en el que se coloca, sobre el documento, una apostilla o anotación que certifica la autenticidad de la firma, por lo que puede ser reconocido en cualquier otro país.